Muere Marvin Minsky, el padre de la
Inteligencia Artificial
La Inteligencia
Artificial está de luto. Marvin Minsky,
el matemático e informático considerado el 'padre' de este campo de
investigación, ha muerto a los 88 años como consecuencia de una hemorragia
cerebral. Minsky, que en la actualidad era profesor emérito del Media Lab del Massachussetts
Institute of Technology (MIT) de Boston, fue un pensador pionero y para muchos el gran visionario de la teoría de la
inteligencia artificial.
Su libro, La sociedad de la mente,
se considera un texto de referencia para comprender el funcionamiento del
cerebro y la posibilidad de desarrollar máquinas capaces de replicar los
mecanismos neuronales. Su última obra, La máquina emocional: la inteligencia artificial y el futuro de la mente humana,
se publicó en 2006.
Minsky (Nueva York,
1927) se licenció de Matemáticas por la Universidad de Harvard en 1946. Tras
doctorarse en la Universidad de Princeton, donde solía decir que se
inspiró en la "gente brillante" que le rodeaba,
ingresó como profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Ahí conoció a su
compañero John Mc Carthy (1927-2011) con el que fundó el Laboratorio de
Inteligencia Artificial. Además, fue autor de contribuciones esenciales,
teóricas y prácticas, en matemáticas, ciencia cognitiva, robótica y filosofía.
Minsky fue, desde
los inicios del campo de la Inteligencia Artificial, el verdadero impulsor de
la aspiración de dotar a los ordenadores de sentido común, es decir, del
conocimiento que el ser humano adquiere mediante la experiencia.
«Raramente apreciamos la maravilla que supone que una persona
pueda pasar toda su vida sin cometer un error realmente grave, como
meterse un tenedor en el ojo o salir por la ventana en lugar de por la puerta», escribía
en La sociedad de la mente (Edic. Galápago).
Para Minksy, el
secreto para lograr máquinas que superasen en inteligencia al ser humano era descifrar nuestro cerebro para tratar de
imitar los procesos neuronales que generan esa inteligencia
inherente que evita que salgamos por la ventana o que nos pinchemos el ojo con
el tenedor.
Los grandes avances
que ha tenido la Inteligencia Artificial, en tan solo las seis décadas que han
pasado desde que se acuñó el término, han sido abrumadores en buena medida por
el impulso que le dio Minsky. De hecho, han permitido el desarrollo de
aplicaciones muy extendidas en la sociedad actual como los sistemas de
diagnósticos médicos o los aviones no tripulados que conocemos como drones.
Minsky
consideraba el cerebro como una
máquina cuyo funcionamiento podría ser estudiado y replicado por ordenadores.
Su papel crucial en el desarrollo de la Inteligencia Artificial se reflejó en
el hecho de que Stanley Kubrick recurrió precisamente a él para poder recrear
el omnipotente ordenador HAL 9000 que aparece en la mítica película de ciencia
ficción 2001: una Odisea del Espacio, estrenada en 1968.
El investigador
estadounidense, por aquel entonces, ya preveía que los ordenadores y sus
programas irían más allá de los cálculos matemáticos para poder llegar a simular las
funciones del cerebro humano; es decir, desarrollar lo que se conoce hoy
como Inteligencia Artificial.
Hace
sólo dos años, en 2014, Minsky visitó Madrid para recibir el Premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Tecnologías de la
Información de la Fundación BBVA, y aseguró entonces que no le asustaba la
velocidad a la que avanzan las investigaciones en inteligencia artificial y la
capacidad cada vez mayor que tienen las máquinas de simular al cerebro humano.
"Muchos han escrito en la ciencia ficción que las máquinas se hacen con el
control de la civilización y siempre ocurre algo malo, pero me parece que la
gente es muy imaginativa", aseguró.
Minsky estaba
convencido de que, con el tiempo, se llegarían a crear máquinas al menos tan
inteligentes como los humanos. Sin embargo, según manifestó al recibir su
Premio Fronteras del Conocimiento, no era muy optimista respecto al plazo en el
que podría lograrse: "Depende de cuánta gente trabaje en los problemas
adecuados. Ahora mismo no hay ni recursos ni investigadores suficientes".
Y fiel a su reputación de científico iconoclasta, añadió: "Los grandes
avances en Inteligencia Artificial se dieron entre los 60 y los 80 del pasado
siglo. En los últimos años no he visto nada que me sorprenda, porque ahora la
financiación se enfoca más en aplicaciones de corto plazo que en ciencia
básica".
Hasta
el final de sus días, el padre de la Inteligencia Artificial siguió siendo fiel
a su visión del cerebro humano como una «máquina de carne». « ¿Qué somos las personas sino máquinas muy evolucionadas?»,
se preguntaba en Madrid, durante un debate con el cineasta Kike Maíllo organizado por la Fundación BBVA con
motivo de la concesión de su Premio Fronteras.
«Nadie
sabe realmente lo que va a suceder, pero hay que tener en cuenta que las
emociones nos han traído hasta aquí», aseguraba Minsky en aquel debate. «Las
emociones no son más que una forma concreta de resolver problemas muy
deprisa... Somos afortunados, teniendo que dejar esa decisión a las
generaciones futuras. Pero hoy por hoy solo hay una cosa cierta: todo
el que diga que hay diferencias básicas entre la mente de los hombres y de las
máquinas del futuro se equivoca», sentenció el sabio.