Coltán: el mineral de la guerra.
Miguel del Pino
Luengo es Biólogo y
Catedrático de Ciencias Naturales.
El Coltán es un mineral muy escaso que
sólo se encuentra en unas cuantas zonas de nuestro planeta, como Tailandia (
5%), Brasil 5(%), Australia (10%) y África Central (80%, la mayor parte en la
República del Congo).
Este mineral está formado por la
combinación de dos elementos, ambos raros, llamados Columbio y Tantalio, y es componente fundamental de gran cantidad
de aparatos e instrumentos de las llamadas nuevas tecnologías, como los
móviles, las pantallas de plasma, los GPS, las videoconsolas, los Mp3 y Mp4,
las cámaras de fotos y los juguetes electrónicos.
También requieren Coltán algunas estructuras tan importantes como
los cohetes espaciales, las armas teledirigidas y los satélites artificiales.
República del Congo: riqueza, pobreza
y guerra
Esta impresionante fuente de riqueza se
extrae del suelo congoleño en minería a cielo abierto o por medio de la
excavación de galerías y cuevas superficiales. En teoría debería ser una
bendición económica para un país con una superficie de 2'34 millones de
kilómetros cuadrados (5'5 veces España) y una esperanza de vida tan sólo de 47
años, pero lamentablemente no es así. ¿Qué ocurre con el Coltán en la República
del Congo?
Esclavos por este nuevo "oro
negro"
Mientras las mafias internacionales y
los contrabandistas se enriquecen, los mineros congoleños trabajan en
condiciones de verdadera esclavitud y vigilados por fuerzas paramilitares. Miles
de niños trabajan en las minas y en consecuencia abandonan la escuela y los estudios.
Por término medio un trabajador
congoleño cobra 10 dólares mensuales en otros trabajos mientras en las minas,
obteniendo un kilo de Coltán al día, puede llegar a los 50 dólares semanales.
El mineral puede alcanzar el precio de 500 dólares por kilo, así que las
cuentas están claras: no es rentable trabajar en agricultura y ganadería, lo
que conduce al abandono de las tierras de cultivo y de los animales domésticos.
Las guerras del Coltán
Los ingentes beneficios de la
explotación del Coltán provocan algunas de las numerosas guerras fronterizas
que son tan frecuentes en el continente africano y que por lo general pasan
inadvertidas en Europa. Más de sesenta simultáneas se han llegado a
contabilizar mientras algunas organizaciones pacifistas de los países
desarrollados ni siquiera parecían enterarse. Los misioneros sí conocen bien la
magnitud del desastre.
Estos conflictos suelen provocar
grandes desplazamientos de población, con las consiguientes consecuencias:
hambrunas, enfermedades y violencia. Realmente sale muy caro el mineral, esa
"escoria negruzca", recurso estratégico de las nuevas tecnologías.
El abandono de las tierras de cultivo
para concentrarse la población en la minería de Coltán acarrea desastrosas
consecuencias ecológicas y económicas.
En algunas zonas llega a faltar el
abastecimiento de productos básicos, mientras en otras, la invasión de tierras
vírgenes provoca grandes daños para la fauna salvaje. Estos verdaderos
santuarios de la humanidad pierden sus posibilidades de desarrollarse por la
vía del turismo, como ha demostrado brillantemente el ejemplo de Kenya.
Los refugiados, sin hogar ni tierras,
son otra de las consecuencias de estos grandes desplazamientos poblacionales.
La acción constante de las guerrillas sobre la población indefensa es habitual,
y poco o nada pueden hacer las fuerzas de pacificación internacionales. El Coltán,
que debería ser una bendición para la República del Congo, dista mucho en la
realidad de ello.
Extrañas cuentas sobre el mineral
Algunos países fronterizos con el
Congo, que no tienen Coltán, hacen figurar este mineral en sus cuentas de
beneficios anuales. Se trata de un Coltán "apropiado", por decirlo de
manera benevolente. Las invasiones pulsantes de las guerrillas financiadas por
las mafias explican estas posesiones del recurso que costado muchas muertes
entre la población.
Para decirlo claramente, hay un gran
negocio de contrabando de Coltán que implica a Ruanda, Uganda y Burundi.
Los otros masacrados
El santuario de los gorilas de montaña
de los volcanes Virunga se encuentra en tierras fronterizas afectadas
plenamente por la "guerra del Coltán", y suele ser invadido
periódicamente por las guerrillas que avanzan o retroceden en función de los
avatares de las contiendas. Los científicos se ven obligados a escapar a toda
prisa, y cuando pueden volver suelen encontrar diezmadas a las familias de
gorilas que estaban estudiando.
La población de gorilas de montaña se ha reducido en un 90% en las
zonas afectadas por la actuación de las guerrillas, la de elefantes lo ha hecho
en un 80%. Una verdadera destrucción masiva que acabará a corto plazo con la
gran fauna centroafricana.
La sociedad del despilfarro
Mientras todo esto sucede en el corazón
de África, en el mundo desarrollado parece que no se tiene en cuenta algo tan
fundamental como esto: muchos de los ingenios de nuevas tecnologías se basan en
recursos muy escasos como el Coltán y otros minerales y elementos raros. ¿Hasta
dónde puede consumirlos la sociedad del despilfarro?
¿Podemos abandonar o tirar tranquilamente un móvil u otro aparato
similar, sin pensar en la necesidad imperiosa de reciclarlo?
Quienes reciclan sus teléfonos, sus
ordenadores, sus televisores o sus electrodomésticos en general, son ciudadanos
especialmente motivados, sin duda ejemplares, pero lo que hoy es un hábito
saludable y solidario será muy pronto una necesidad inexcusable.
De seguir el consumo al ritmo actual no
habrá suficiente Coltán, ni litio, ni bastantes "tierras raras" para
atender la demanda de nuevas tecnologías, y algunos tendrían muy difícil a
estas alturas prescindir de ellas. ¿Se imaginan carecer de móviles y tener que
ir a la centralita para poner una conferencia?
En tiempos de la explosión ecologista
de los años ochenta no cabe duda de que se plantearon numerosas fórmulas de
imposible cumplimiento, pero recordemos aquella "regla de las tres
erres" que se formulaba como principio fundamental: reduce, recupera,
recicla. Lejos de haber perdido actualidad, por el contrario la contemplamos
hoy como norma inexcusable de conducta ciudadana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario