viernes, 30 de enero de 2015


30 DE ENERO. DÍA DE LA PAZ.

TEXTOS EXTRAÍDOS DE :


Ciencia para la paz y el desarrollo: el caso del Juramento      Hipocrático para Científicos

                                                             Guillermo A. Lemarchand (editor)





Los descubrimientos científicos y las aplicaciones de que son susceptibles no son en mismos ni buenos  ni malos; todo depende del empleo  que se haga de ellos. Luego, mañana  como hoy será la voluntad  del hombre  quien  estará llamada  a decidir  del carácter beneficioso o nefasto de estas aplicaciones. Para poder sobrevivir al propio progreso de sus conocimientos, el hombre de mañana  deberá encontrar en el desarrollo de su vida espiritual  y en la elevación  de su ideal moral, la sabiduría de no abusar de sus fuerzas  acrecentadas.”

Louis de Broglie (1947)





“Porque nosotros somos  la encarnación  local del Cosmos que ha crecido hasta tener conscien- cia de sí. Hemos  empezado a contemplar nuestros  orígenes: sustancia estelar que medita  sobre las estrellas;  conjuntos organizados de decenas de miles  de billones  de billones  de moléculas que analizan la evolución de los átomos y rastrean el largo camino a través del cual llegó a surgir la consciencia: por lo menos  aquí. Nosotros hablamos  en nombre de la Tierra. Debemos  nuestra obligación de sobrevivir no solo a nosotros sino también a este Cosmos, antiguo y vasto, del cual procedemos.”

Carl Sagan (1980)





“Pero la sospecha creciente de que el único sitio del sistema solar donde  se ha dado la prodi- giosa aventura de la vida nos arrastra sin piedad  a una conclusión descorazonadora:  la carrera de armas va en sentido  contrario de la inteligencia. Y no solo de la inteligencia humana, sino de la inteligencia misma  de la naturaleza,  cuya finalidad escapa  inclusive  a la clarividencia  de la poesía. Desde la aparición de la vida visible en la Tierra, debieron transcurrir trescientos ochenta millones  de años para que  una mariposa  aprendiera  a volar, otros ciento  ochenta  millones  de años para fabricar una rosa sin otro compromiso  que el de ser hermosa  y cuatro eras geológicas para que los seres humanos, a diferencia  del abuelo pitecántropo, fueran capaces  de cantar me- jor que los pájaros y morirse de amor. No es nada honroso para el talento humano, en la edad de oro de la ciencia,  haber concebido el modo de que un proceso multimilenario tan dispendioso y colosal pueda  regresar a la nada donde  vino por el arte simple  de oprimir un botón.”

Gabriel García Márquez (1987)




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