martes, 26 de enero de 2016


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Yo, robot

Klaus Schwab ha preparado un libro titulado 'La cuarta revolución industrial', donde a las tres revoluciones del pasado: los transportes y mecánica, fabricación masiva, y la informática, añade la inteligencia artificial, robótica y la biotecnología.

Mientras que la política y la formación de gobierno acaparan toda nuestra atención, hay un hecho que nos está afectando día a día, y sobre el que no veo una interpretación adecuada, ni mucho menos una acción política probable, sea cual sea la opción de gobierno que salga.

Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial de Davos, ha preparado para este año un libro titulado La cuarta revolución industrial, donde a las tres revoluciones del pasado: los transportes y mecánica, fabricación masiva, y la informática, añade las nuevas tecnologías de inteligencia artificial, robótica, biotecnología, y en fin las aplicaciones de sistemas expertos a la producción de bienes y servicios.

En el foro de Davos se presentan tendencias globales que suponen, a la vez, problemas y desafíos que pueden convertirse en oportunidades. Pero las conclusiones de estos encuentros anuales en el pueblo suizo, de gente poderosa de la política, la economía, opinión y medios de comunicación vinculados a aquellos, no valen para la gente corriente, pues se buscan soluciones amables que hagan sentir bien a los que participan en esas reuniones, en un intento de mantener equilibrios para que su mundo no colapse. 

Mucho más interesante es el premiado libro de
Martin Ford  La aparición de los robots, que se atreve a decir que el uso y propiedad actual de la tecnología se está convirtiendo en una amenaza. Ya no es sólo una ayuda al trabajo, una manera de evitar tareas duras y peligrosas, o la ganancia en productividad, sino que las máquinas y los procesos inteligentes se convierten en trabajadores. Es inconcebible que si comparamos el empleo equivalente que había en España en 2005, vemos que diez años después hay 1.600.000 empleos menos; esto no es por la crisis, sino porque cada vez hay menos necesidad de mano de obra.

Martin Ford advierte que cualquier trabajo que pueda ser analizado y repetido, entre ellos prácticamente todas las tareas administrativas, muchas de análisis legal, farmacia, o incluso lectura e interpretación de radiografías, pueden ser sustituidos por sistemas expertos. Empresas enormes como Uber, Facebook, Amazon, o Airbnb, no tienen ni coches, ni contenidos, ni stocks, ni propiedades, pero alteran negocios y trabajos tradicionales, empleando a muy pocas personas; las empresas nuevas ya procuran organizarse con un personal mínimo.

Este proceso ha venido acompañado por un empobrecimiento de los trabajadores menos cualificados, pero se extiende a jóvenes cuya formación no les protege del paro o del subempleo, y realizan trabajos para los que no se necesita una carrera.

Las consecuencias las vemos también en la concentración de la riqueza, la renta y el consumo, haciendo que cada vez funcione peor nuestra economía de mercado que se mueve por el consumo. 


Desde Andalucía es fácil ir a Davos, en el avión diario de Málaga a Zúrich, y desde allí hay un corto y agradable viaje en tren; es un pueblo pequeño y feo, con colinas por donde bajan los esquiadores, muchos hoteles, y foros donde se habla de todo. Pero es un lenguaje extraño a nuestra realidad, que tiene una parte global y otra local, donde se va a jugar nuestro futuro de prosperidad o de frustración.

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