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Konstantín Novosiólov, ‘Premio Nobel del grafeno’, nos
descubre los materiales que cambiarán nuestras vidas
La inspiración es una forma de estar en
el mundo. Una búsqueda activa. Un querer llegar. Y aparece en el momento más
insospechado si se está atento para atraparla. Así le pasó, por ejemplo, a
Auguste Kekulé. Alrededor del 1860 -el químico nunca fechó con exactitud cuándo
ocurrió- Kekulé se quedó adormilado frente a la chimenea de su casa y le
sucedió algo extraño: tuvo una visión. Soñó, en duermevela, con una serpiente
mitológica que se mordía la cola. “Mi ojo mental, entrenado por las repetidas
visiones de este tipo, ahora podía distinguir estructuras más grandes; largas
filas se entrelazaban y mezclaban en un movimiento como de serpientes. ¡Pero
mira! ¿Qué fue eso? Una de las serpientes había mordido su propia cola, y la
forma giró burlonamente ante mis ojos. Como iluminado por un relámpago, me
desperté”, escribió después. Aquella imagen se sintetizó en la estructura
orgánica del benceno, porque el químico alemán llevaba persiguiéndola mucho
tiempo. Así pues, es evidente que nadie soñará algo interesante si el principal
objetivo en su vida es saber quién será el próximo expulsado de “Gran Hermano
VIP”. Porque, como escribió Pasteur, “en el campo de la investigación el azar
no favorece más que a los espíritus preparados”.
Uno de esos espíritus preparados es
Konstantín Novosiólov, premio Nobel de Física en 2010 junto con su compañero
Andréy Gueim, por sus trabajos sobre el grafeno. Novosiólov también atribuye a
una feliz casualidad el descubrimiento de este nuevo material que cambiará
nuestras vidas en un futuro no muy lejano. Los dos físicos consiguieron aislar
el grafeno en lo que ellos llaman “experimentos del viernes por la noche”, una
especie de recreo científico, en el que su equipo juega a descubrir cosas por
el simple placer de hacerlo. Y así fue como un día en el que intentaban
construir transistores con grafito hallaron el primer cristal bidimensional. A
los profanos, enumerar las fabulosas propiedades del grafeno podría dejarnos fríos, pero no así sus
posibles aplicaciones prácticas: puede utilizarse para potabilizar el agua del mar,
convierte la luz del sol en electricidad a una velocidad desconocida hasta
ahora y los detectores de cáncer fabricados a partir este material son
cinco veces más eficaces que los actuales.
Novosiólov, a pesar de la importancia de
su descubrimiento y los honores recibidos por él, demuestra que es un verdadero
científico cuando explica que nada, en investigación, es propiedad de una sola
persona: “Creo que está en la naturaleza de la ciencia el ser abierta y
compartir las ideas con tus colegas. Intentamos ser fieles a la disciplina científica
y colaborar con muchos investigadores en todo el mundo”. Lo dicho, un espíritu
preparado.
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