jueves, 14 de abril de 2016

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Konstantín Novosiólov, ‘Premio Nobel del grafeno’, nos descubre los materiales que cambiarán nuestras vidas
Konstantín Novosiólov. Premio Nobel de Física 2010
La inspiración es una forma de estar en el mundo. Una búsqueda activa. Un querer llegar. Y aparece en el momento más insospechado si se está atento para atraparla. Así le pasó, por ejemplo, a Auguste Kekulé. Alrededor del 1860 -el químico nunca fechó con exactitud cuándo ocurrió- Kekulé se quedó adormilado frente a la chimenea de su casa y le sucedió algo extraño: tuvo una visión. Soñó, en duermevela, con una serpiente mitológica que se mordía la cola. “Mi ojo mental, entrenado por las repetidas visiones de este tipo, ahora podía distinguir estructuras más grandes; largas filas se entrelazaban y mezclaban en un movimiento como de serpientes. ¡Pero mira! ¿Qué fue eso? Una de las serpientes había mordido su propia cola, y la forma giró burlonamente ante mis ojos. Como iluminado por un relámpago, me desperté”, escribió después. Aquella imagen se sintetizó en la estructura orgánica del benceno, porque el químico alemán llevaba persiguiéndola mucho tiempo. Así pues, es evidente que nadie soñará algo interesante si el principal objetivo en su vida es saber quién será el próximo expulsado de “Gran Hermano VIP”. Porque, como escribió Pasteur, “en el campo de la investigación el azar no favorece más que a los espíritus preparados”.
Uno de esos espíritus preparados es Konstantín Novosiólov, premio Nobel de Física en 2010 junto con su compañero Andréy Gueim, por sus trabajos sobre el grafeno. Novosiólov también atribuye a una feliz casualidad el descubrimiento de este nuevo material que cambiará nuestras vidas en un futuro no muy lejano. Los dos físicos consiguieron aislar el grafeno en lo que ellos llaman “experimentos del viernes por la noche”, una especie de recreo científico, en el que su equipo juega a descubrir cosas por el simple placer de hacerlo. Y así fue como un día en el que intentaban construir transistores con grafito hallaron el primer cristal bidimensional. A los profanos, enumerar las fabulosas propiedades del grafeno podría dejarnos fríos, pero no así sus posibles aplicaciones prácticas: puede utilizarse para potabilizar el agua del mar, convierte la luz del sol en electricidad a una velocidad desconocida hasta ahora y los detectores de cáncer fabricados a partir este material son cinco veces más eficaces que los actuales.
Novosiólov, a pesar de la importancia de su descubrimiento y los honores recibidos por él, demuestra que es un verdadero científico cuando explica que nada, en investigación, es propiedad de una sola persona: “Creo que está en la naturaleza de la ciencia el ser abierta y compartir las ideas con tus colegas. Intentamos ser fieles a la disciplina científica y colaborar con muchos investigadores en todo el mundo”. Lo dicho, un espíritu preparado.



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