martes, 28 de mayo de 2013

BALDOSAS QUE GENERAN ELECTRICIDAD AL PISARLAS

DESARROLLADAS POR UN BRITÁNICO DE 26 AÑOS




Si existe algún parecido razonable entre todas las ciudades del mundo, sin duda es el continuo trasiego de los ciudadanos desplazándose vertiginosamente de un lugar a otro. Este incesante e inevitable hormigueo de personas puede ahora transformarse en una nueva fuente de energía con un potencial sin precedentes, sobre todo en los grandes espacio urbanos. Bautizadas con el nombre de baldosas Pavegen, el autor de la idea es el joven británico Laurence Kemball-Cook, de 26 años, un ingeniero industrial que, mientras observaba el trasiego de gente en un estación de tren, pensó que toda aquella masa humana en movimiento podría servir para algo más. Así empezó a trabajar en un sistema capaz de transformar el suelo que pisamos en electricidad. Su inversión para construir los prototipos: 50 libras y 22 horas diarias de trabajo.

La solución que encontró el visionario emprendedor parece sencilla. Decidió crear un nuevo tipo de baldosas, cuya principal propiedad es que se hunden cinco milímetros en el suelo, generando ocho vatios de potencia cada vez que una persona las pisa. En cuanto a sus propiedades físicas, las baldosas -que en sus primeras versiones miden 45 x 60 centímetros- están fabricadas con los denominados materiales piezoeléctricos.




A diferencia de otras tecnologías, de implantación mucho más lenta, la sencillez de la nueva aplicación -en la que los gestores de las grandes ciudades se están empezando a fijar como un modelo revolucionario para aprovechar el ingente volumen de personas que se desplazan a diario- no requiere procesos complejos de adaptación, aunque aún se debe avanzar para minimizar sus costes de fabricación.

Centros comerciales, estadios, estaciones de transporte de todo tipo -desde las redes de metro a los aeropuertos-, institutos o cualquier tipo de complejo con una afluencia masiva de personas son el referente perfecto del pavimento del futuro, que ya se está utilizando en más de treinta proyectos en Europa, con la iluminación, de momento, como principal objetivo. 

Exitosas pruebas reales

En las pasadas Olimpiadas de Londres, los visitantes se sorprendieron cuando en uno de los cruces principales del complejo, al pasar por la acera, una serie de baldosas se iluminaba cuando las pisaban. Al principio, creyeron que se trataba de un simple juego. No sabían que se trataba de la primera prueba real de las baldosas Pavegen, que sólo en los Juegos Olímpicos captaron doce millones de pisadas que, en total, generaron 72 millones de julios, un volumen de energía equivalente a la que se necesitaría para cargar 10.000 teléfonos móviles en una hora.

Después de Londres, llegaron más pruebas en eventos masivos y promocionales, desde la maratón de París hasta la Hora de la Tierra celebrada en la Marina Bay de Singapur. Incluso el propio creador de las baldosas inteligentes estuvo en Madrid en un evento publicitario, donde pronunció las siguientes palabras: “si cada español diera un paso sobre las baldosas Pavegen, se generaría suficiente energía como para iluminar un monumento tan característico de Madrid como el Palacio de Correos durante más de 70 días”.




En la actualidad, después de otra experiencia piloto en la estación de West Ham en Londres, el nuevo tipo de baldosas funciona con éxito en varios centros de trabajo, colegios e institutos británicos como la Simon Langton Grammar School, donde la pisadas de sus 1.100 alumnos sirven para iluminar los pasillos de la institución. También se han utilizado en festivales, en este caso aprovechando las pisadas desenfrenadas de la gente para cargar los móviles de los asistentes.

Hacia la aplicación masiva

Aunque Laurence Kemball-Cook ha explicado en varias entrevistas que la constitución interna de sus baldosas es secreta, sí ha trascendido que están fabricadas en más de un 60 por ciento con materiales reciclados, con un revestimiento exterior de goma y propiedades para resistir condiciones climáticas extremas.

La filosofía del proyecto Pavegen predica que las fuentes de energía del futuro serán inteligentes, y que ésta se generará allí donde se necesite, creando una nueva ola no sólo de edificios, sino también de ciudades energéticamente autónomas. El reto del joven británico, que acaba de recibir una inversión de más de 230 millones de euros a través de Renaissance Capital Partners yLondon Business Angels, es ahora reducir los costes de producción, un paso necesario para la aplicación de la nueva tecnología a gran escala.




De momento, su empresa ha diseñado una serie de baldosas que ya no incorporan la luz automática que se enciende cuando alguien la pisa, una luminaria que consume el cinco por ciento de la energía de una pisada, pero que no aporta eficiencia y se ha utilizando como un reclamo marketiniano del proyecto, cuya vocación a largo plazo es el aprovechamiento total de las fuerzas en movimiento en las ciudades, incluso creando pavimentos capaces de absorber la energía del tráfico para devolvérsela a la ciudad en forma de electricidad.

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