Sus trayectorias científicas son inversas. Eduardo Rocon nació en Brasil, pero ha desarrollado su carrera en España; Tomás Palacios, natural de Jaén, ha destacado en Estados Unidos. El resultado de su trabajo es, sin embargo, exactamente el mismo. Ambos ingenieros -el primero electrónico; el segundo de telecomunicaciones- han alcanzado la excelencia a corta edad y la Real Academia de Ingeniería acaba de distinguirlos con sus premios anuales a los mejores investigadores jóvenes. Ambos tienen menos de 35 años.
Sus méritos, más allá de las publicaciones científicas que llevan su firma, son ya una realidad manifiesta en decenas de patentes. Y en base a ellas han abierto relevantes -aunque lentos: ambos llaman a la paciencia- procesos de transferencia tecnológica a la industria. Además, con una alta vocación social, cada uno en su sector.
Palacios es uno de los mayores expertos del mundo en nuevos materiales aplicados a la electrónica. Rocon, por su parte, trabaja en en el desarrollo de exoesqueletos robóticos para la estimulación de personas con problemas motrices
En ese sentido, las líneas de investigación de ambos ingenieros son la noche y el día. Palacios es uno de los mayores expertos del mundo en nuevos materiales aplicados a la electrónica: sobre todo, en grafenonitruro de galio. 

Rocon, por su parte, trabaja en en el desarrollo de exoesqueletos robóticos, neuroprótesis y sensores integrables en textiles para la estimulación de personas con problemas motrices.

Los primeros pasos
Palacios no es novato en recibir premios. Atesora más de veinte, entre ellos el Presidential Early Career Award for Scientists and Engineers (PECASE), que recibió de Barack Obama en 2011. "He sido muy afortunado en los últimos años. Cuando se trabaja con los mejores, los premios llegan solos", relata aTeknautas.
Se formó en la Universidad Politécnica de Madrid, pero no tardó en arribar a Estados Unidos. Aquella decisión le cambió la vida. Primero se doctoró en la Universidad de California. Un año después, se convirtió, con 28 años, en uno de los profesores más jóvenes de la historia del MIT, donde fue nombrado director del MIT Center for Graphene Devices and 2D Systems, un departamento que integra a una veintena de grupos de investigación. 
El ingeniero de telecomunicaciones Tomás Palacios



El  ingeniero de telecomunicaciones Tomás Palacios

Rocon cursó sus estudios de ingeniería electrónica en la Universidad Federal do Espírito Santo (UFES), pero se doctoró en la Universidad Politécnica de Madrid, en 2006. Ya no se movería de España. Su tesis, consagrada al desarrollo de un exoesqueleto robótico para eliminar los temblores en las personas con enfermedades como el parkinson, inauguró una línea de investigación que le ha llevado, con el tiempo, a convertirse en pionero de la bioingeniería.
"Desde la carrera empecé a trabajar con discapacitados, aplicando soluciones de ingeniería para evitar temblores en los seres humanos y mejorar su calidad de vida", cuenta a Teknautas. Después de dirigir los proyectos Tremot y Rehabot, desde 2009 es científico titular del CSIC, donde desarrolla sus investigaciones en el Centro de Automática y Robótica.
Una marcada vocación científica
¿Qué pasará cuando China o la India intenten consumir a nuestro nivel? Habrá un problema energético, y nosotros buscamos soluciones
La carrera de Palacios ha avanzado en base a dos motivaciones: la búsqueda de la eficiencia energética y la electrónica ubicua. "Estamos consumiendo recursos energéticos por encima de nuestras posibilidades: no es sostenible. ¿Qué pasará cuando China o la India intenten consumir a nuestro nivel? Habrá un problema energético, y nosotros buscamos soluciones", sostiene el profesor del Massachusetts Institute of Technology.

"Por otra parte, la electrónica ha cambiado nuestras vidas, pero está en lugares muy concretos: los ordenadores, las comunicaciones, los coches... Sin embargo, el 95% de los objetos que poseemos no la incorporan. No hay electrónica en esta mesa, ni en mi chaqueta. Nosotros vemos que en el futuro la electrónica va a ser ubicua, por eso trabajamos en la combinación de semiconductores con nanotecnología para fabricar una nueva generación de dispositivos".
Una de las primeras alegrías profesionales de Rocon llegó en el marco de su tesis. "Había diseñado un sistema robótico que la persona se ponía sobre el cuerpo. Cuando empezamos a validarlo con pacientes, una señora se emocionó porque nunca había podido beber por sí misma un vaso de agua. Sin embargo, no podía ir a un restaurante, por eso empezamos a trabajar en sistemas vestibles, que se pudieran llevar bajo la ropa, de forma más discreta".
Podemos saber si una persona está temblando o desea moverse. Mediante una serie de electrodos estimulamos los músculos
El resultado es un exoesqueleto textil, integrado por sensores, que minimiza los efectos de patologías como el ictus, la aploplejía, el parkinson, las lesiones de médula o la parálisis cerebral. Por ejemplo, el dispositivo puede identificar si una persona quiere ejecutar un movimiento voluntario, en cuyo caso estabiliza la extremidad para facilitar la acción. "Podemos saber si una persona está temblando o desea moverse. Mediante una serie de electrodos estimulamos los músculos. La ventaja es que los sensores están integrados en textil, como las cintas que la gente se pone en la tripa para adelgazar".

La hora de las patentes
En menos de diez años, Palacios ha registrado diez patentes basadas en sus hallazgos en el campo de la nanotecnología y sus aplicaciones en la electrónica. Conoce el grafeno como la palma de su mano, pero se ha especializado en otro material extremo: el nitruro de galio. "Se utiliza en iluminación. Por ejemplo, los móviles lo llevan en las pantallas. Cada vez que vemos una luz blanca, eso es nitruro de galio. Tiene la propiedad de poder someterse a voltajes muy elevados".
En menos de diez años, Palacios ha registrado diez patentes basadas en sus hallazgos en el campo de la nanotecnología y sus aplicaciones en la electrónica
En la actualidad, el material se utiliza para fabricar sistemas de iluminación led que permiten ahorrar un 30% de energía. "Esa aplicación ya es comercial, por eso nosotros trabajamos en el ámbito de la electrónica de potencia. Cuando se genera electricidad en las centrales, se transmite a voltajes muy altos, que después se reduce al llegar al consumo. Esa transmisión es muy ineficiente, entre el 50 y 60 por ciento de la energía se pierde en el transporte. Nosotros trabajamos con nitruro de galio para lograr un ahorro del 15% en ese proceso".

El ingeniero electrónico Eduardo Rocon

                                                      El ingeniero electrónico Eduardo Rocon
Hoy por  hoy, el temblor patológico constituye el desorden neuromotor más extendido: afecta a un 1-2% de la población y al 6% de las personas con más de 60 años. Además, el 65% de la gente que sufre temblores en las extremidades superiores tiene severas dificultades para realizar sus actividades cotidianas. 
Hoy por hoy, el temblor patológico constituye el desorden neuromotor más extendido: afecta a un 1-2% de la población y al 6% de las personas con más de 60 años
Gran parte del trabajo de Rocon y su equipo consiste en entablar relaciones con los hospitales. De momento, ya han contrastado su prototipo, patentado en Europa, en treinta pacientes. "La medicina no puede validar un sistema hasta que existen pruebas con una muestra significativa de pacientes. Pronto iniciaremos un proceso en cincuenta hospitales de todo el mundo, con 500 pacientes. A partir de entonces, trabajaremos para obtener las certificaciones y regulaciones pertinentes", señala.


Mientras tanto, ya trabaja con otros socios europeos en una evolución de su exoesqueleto. Concretamente, en un sistema para implantar los sensores en los músculos, emitiendo directamente órdenes al cerebro. "La tecnología nos ayuda a aprender del ser humano cada día. Somos una máquina fascinante, y el hecho de que la tecnología pueda suplir alguna de nuestras funciones para permitir una vida más digna es muy motivador".
La transferencia tecnológica
Donde sí existen notables diferencias en el trabajo de ambos científicos es en el contexto donde tratan de iniciar la transferencia tecnológica de sus hallazgos a la industria. Mientras Palacios no está encontrando dificultades para gestionar sus innovaciones a través de su propia empresa en Estados Unidos, Cambridge Electronics, Rocon se ha encontrado con serias cortapisas en España.
"El nivel de la investigación en España es alto. Eso me motivó a venir. Pero creo que el tejido industrial no es capaz de explotar lo que se hace aquí. Casi siempre necesitamos empresas de otros países", lamenta Rocon, que en el caso de la patente de su dispositivo, propiedad del CSIC, está previsto que sea explotada por una compañía de Islandia, Ossur, la segunda empresa del mundo en el sector de la ingeniería biomédica.
Muchas veces me preguntan si la ciencia nos puede ayudar a salir de la crisis. La desgracia es que no. Lo que sí se puede hacer es prepararse para evitar la siguiente, dentro de diez, de veinte años...
"Hay países de nuestro entorno, como Estados Unidos o Alemania, con mayor tradición industrial, donde es más ágil transferir la investigación a la industria. Pero por el hecho de que no exista una tradición no significa que tengamos que mantenerlo de manera perpetua. Muchas veces me preguntan si la ciencia nos puede ayudar a salir de la crisis. La desgracia es que no. Lo que sí se puede hacer es prepararse para evitar la siguiente, dentro de diez, de veinte años...", piensa el profesor Tomás Palacios.

En este punto (en su invitación a la paciencia) también coinciden. "Hay que dejar claro que esta tecnología todavía no está en el mercado, aún falta un largo proceso, y ahora mismo estamos en una fase de prototipos", matiza Rocon. "Yo soy el primero que se ha entusiamado con los nuevos materiales, como el grafeno, y seguramente lleguen a tener un gran impacto, pero para que lo generen harán falta aún muchas personas muy inteligentes, y puede que transcurran quince años hasta que se obtenga un éxito comercial como en su momento ocurrió con el silicio", concluye Palacios.